jueves, 18 de agosto de 2016

¿HACIA UNAS TERCERAS ELECCIONES?

Fuente: SCY – pixabay, Creative Commons.

Está claro que, una vez que se inicia una legislatura parlamentaria se abre el camino hacia unas nuevas elecciones. El nuevo ciclo parlamentario por muy extendido que sea este tendrá una duración máxima de cuatro años; aunque, desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015, el temor de la ciudadanía a que no se forme gobierno y vuelva a ser llamada a repetir el ritual del voto dominguero es un temor nada desdeñable que nos sitúa, de nuevo, ante las urnas en Navidades.
De todas formas, aunque el PP consiga, como parece, una coalición estable con Ciudadanos y la abstención del PSOE, esto le daría una minoría parlamentaria de 169 diputados, cuando la mayoría absoluta se sitúa en 176. Esta realidad matemática hace improbable que dicho gobierno aguante un proceso de ralentización, más o menos suave, del crecimiento económico y otra ronda de recortes de 20.000 millones de euros que nos imponga Bruselas  a cambio de no pagar la multa por el exceso de déficit y prorrogar otros dos años su cumplimiento.
El panorama anterior, la posibilidad inminente de un nuevo combate electoral, debería  resituar a la izquierda española en una coyuntura electoralista, ya que si no tenemos elecciones en Navidades, las tendremos, como mucho, a lo largo de 2017 o 2018. Es decir, que nos tenemos que preparar para una legislatura corta.
La estrategia del PP ya la conocemos: la resistencia y el miedo, situarse como el faro de la derecha mundial y mostrarse como la única alternativa frente a la marea podemita inspirada en la Venezuela de Chaves. La de Cs también: una minoría necesaria, sea cual sea la opción mayoritaria de los españoles, ésta necesitará de sus diputados para alcanzar el gobierno y, por tanto, siempre serán unos socios fiables gane quien gane o, como diría Groucho Marx, estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros.
El problema, por tanto, lo tenemos en la izquierda, donde el PSOE tendrá que definirse alguna vez, hacia la derecha o hacia la izquierda. En ambos casos perderá votos, esperemos que con su decisión no pierda también su identidad histórica. Es imposible mantener una situación de indefinición ideológica por un período de tiempo más largo porque, entonces, correrá también el riesgo de convertirse en un partido irrelevante de la política española, al ser este incapaz de tomar decisiones. El asentamiento de una nueva clase dirigente que acabe con las deudas del pasado, y con ello no me refiero a Pedro Sánchez, se antoja fundamental en dicho proceso. Por último UP cuya estrategia electoralista llegó a su máximo paroxismo en las elecciones del 26 de junio de 2016 en la alianza electoral Izquierda Unida y Podemos, única novedad en las elecciones de junio y, por tanto, la que más expectativas de crecimiento electoral generaba, aunque esta como en la fábula de Esopo se convirtió en el parto de los montes y, por tanto, en la primera decepción electoral del partido morado. No sólo supuso una decepción sino que parece haberlo situado en la desorientación, ya que todos sus militantes se preguntan si ahora es posible asentar dicho proyecto político sin la necesidad de las artes de prestidigitador de Pablo Iglesias.

Esperemos que lo anterior se solucione, si no volveremos a sorprendernos con un crecimiento no merecido del PP y este acercará ya a la derecha a la mayoría absoluta. 

1 comentario:

  1. Lo peor de todo, el cortocircuito del PSOE. Cualquier opción es mala. Pero en mi opinión la abstención es la mejor salida. Y no estoy de acuerdo con lo que dices de Ciudadanos. Está haciendo de partido liberal, tanto en las condiciones de su anterior pacto con el PSOE (un pacto que iba con todo el programa de Cs) como ahora con el PP (un pacto bastante de mínimos). Lo que me parece en este país -y sobre todo en el grupo duro de izquierda y derecha- es que cuando tenemos la flexibilidad para pactar a ambos lados, se les acusa de falta de principios. Y el chiste de Groucho ya lo he leido en varias páginas...

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