miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿POR QUÉ HA GANADO TRUMP?

Fuente:https://lynboyer.net/emotional-intelligence-3/donald-trumps-emotional-intelligence.html Data: 9/11/2016

La respuesta más fácil es recurrir a los bajos instintos del wasp, es decir, el hombre blanco, anglosajón y protestante que, en las últimas décadas, ha visto perder su hegemonía económica y política, en correlación a la misma pérdida de hegemonía de Estados Unidos como única superpotencia global. Esta respuesta sería demasiado fácil y no tendría en cuenta la imparable decadencia demográfica de este grupo de población. En la actualidad el conjunto de wasp (tanto hombres como mujeres) son el 72% de la población de Estados Unidos, el 12,6% son de raza negra y un 16,4% lo compondrían los llamados hispanos, de un total de 318 millones de habitantes. Por tanto, el mensaje racista y sexista de Trump iría dirigido a un 35% de la población, ya que habría que descontar a la mujer wasp. Es cierto que el candidato republicano ha obtenido votos en otros sectores de la población, lo mismo que Hillary obtendría votos de los hombres wasp, pero sería en este sector donde el discurso racista y sexista tendría, supuestamente, unos resultados electorales mayoritarios, al menos iría dirigido a este sector de la población. En contraposición, si juntamos el porcentaje de las minorías raciales y las mujeres blancas, en teoría, Hillary tendría que  haber tenido un resultado mayoritario en el 65% del electorado. Está claro que no por dirigirte a una mayoría consigues un buen resultado electoral.
La victoria de Trump, por tanto, está en otros sitios:
En primer lugar, habría que buscarla en las regiones del Rust Belt o cinturón del óxido (Illinois, Missouri, Ohio, Pensilvanya…). Los estados que van desde los Grandes Lagos hacia la costa este son los más castigados por una globalización económica que pone en riesgo sus puestos de trabajo, a través de la deslocalización industrial sufrida por las industrias tradicionales de esta región (acerías, fábricas de automóviles, astilleros…). Es cierto que Obama creó 9,5 millones de puestos de trabajo durante su mandato y alejó el fantasma del desempleo masivo en la Gran Recesión; también lanzó llamamientos a las formas de organización clásica de los trabajadores, llegando a decir que los sindicatos son los constructores de la clase media en Estados Unidos. Pero estos llamamientos se quedaron en eso y los demócratas no han conseguido sacudir el miedo a esta clase trabajadora sobre su futuro incierto, un peligro de pérdida de puestos de trabajo en las próximas décadas que no viene a través de la inmigración, sino de la robotización de los procesos industriales, un proceso este que es difícil de comprender y para el que no es fácil establecer una solución bajo los parámetros del capitalismo neoliberal que los demócratas siguen defendiendo como modelo regulatorio básico. A esto hay que sumar que el país sigue contando con 43 millones de personas pobres y que los buenos datos de creación de empleo no se han transformado en mejores salarios. Según el economista Tyler Cowen el 60% de los empleos perdidos durante la Gran Recesión eran de clase media y el 73% de los creados ahora no superan los 13,52$ la hora, es decir, para los parámetros americanos unos empleos que empobrecen a los trabajadores. El propio Obama señaló este tropiezo del llamado “sueño americano”, diciendo Hoy es más difícil para un niño nacido aquí escalar socialmente que para un niño en la mayoría de los países ricos como Canadá, Alemania y Francia[1]. Y esto sucede, especialmente, en la región del Rust Belt, cuyos estados clave han dado la presidencia a Trump, frente a Hillary.
En segundo y último lugar, Hillary no es ni Obama, ni Sanders. Hillary no ilusiona y está rodeada de casos de corrupción tras 20 años en la élite política de Estados Unidos. No sólo es la mujer que apoyó a Bill Clinton para mentir en el famoso caso de la becaria, ni la interrogada por el FBI en el caso de los correos; también es la salpicada por su asesora Minyon Moore que en diversas campañas (2008 y 2010) llevó cabo recaudaciones ilegales de fondos; la acusada por Wikileaks de beneficiarse de parte de los 100 millones de dólares que recaudó la fundación Bill Clinton Inn. A estos escándalos hay que sumar sus actuaciones cuestionables en Siria y otras partes del mundo como Secretaria de Estado, sus mentiras de cómo aterrizó en un Sarajevo lleno de francotiradores, etc. Estas actuaciones no sólo cuestionan su reputación y honestidad, la sitúan como la candidata que mejor ejemplificaba un sistema político alejado de los ciudadanos y sin capacidad para ilusionar, perfectamente identificado con una economía globalizada de élites que deja al margen a aquellos cuyo marco de acción social sigue siendo el estado–nación y que tienen una difícil inserción en los mercados globalizados, es decir, no sólo aquellos ciudadanos de baja formación, como etiqueta la prensa, que no son flexibles para los nuevos puestos de trabajo creados en Toronto, Qatar o Shangai, sino una mayoría de población que busca trabajos con los que sobrevivir en el estado que ha nacido y que piensa que su futuro o el de sus hijos va a ser muy precario. A esta mayoría de votantes, ¿qué arma les queda para mostrar su descontento? Votar a quien nadie se lo espera, a quien mejor representa la ruptura con el sistema que los ha dejado en la cuneta, posiblemente no porque crean que con Trump les vaya mejor, sino para que el establishment les tenga en cuenta en la siguiente elección.


[1]Fuente:http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/08/140819_economia_datos_estados_unidos_bd. Data: 9/11/2016.

domingo, 16 de octubre de 2016

TRAICIÓN A 137 AÑOS DE SOCIALISMO

Fuente: https://www.cuartopoder.es/laespumadeldia/2016/09/19/los-barones-del-psoe-sopesan-formar-una-gestora-para-sustituir-a-sanchez/20205. Data: 16/10/2016

El PSOE, como toda institución que tenga una vida prolongada, se ha mudado de piel en diferentes ocasiones, adaptándose a las nuevas circunstancias históricas. A finales del siglo XIX era un partido minoritario de obreros de guante blanco que intentaban difundir las ideas de Marx a través de nuestra geografía. Estos tardaron 31 años hasta conseguir su primer representante parlamentario, que no era otro que su propio fundador Pablo Iglesias. Pero el cambio fundamental de este partido se produjo por el crecimiento imparable de la UGT en el primer tercio del siglo XX. Durante la II República (1931 – 1939) el sindicato socialista rebasó el millón de afiliados y su secretario general, Largo Caballero, se convirtió en el líder del socialismo en España. El PSOE se había convertido en la correa de trasmisión política del sindicato en el Parlamento, es decir, un partido que representaba los intereses de la clase obrera organizada. Esta seña de identidad se oscureció durante la dictadura de Franco, ya que el PSOE sobrevivía a duras penas en el exilio y su representación en el interior era mínima. Sin embargo, durante la Transición recuperó la posición hegemónica de la izquierda española, aunque el sentido de sus políticas fuera diferente a las de los años treinta del siglo XX. El PSOE, con Felipe González y Alfonso Guerra a la cabeza, representaba una apuesta por la modernización y el progreso en España. Esto suponía liberarse de la tutela del sindicato, reconvertir la industria del país e ingresar en la CEE. El PSOE dejó de ser un partido obrero y pasó a ser un partido progresista, era capaz de flexibilizar el mercado laboral y, al mismo tiempo, universalizar la educación y la sanidad. En resumen, un partido que creó ciertos derechos sociales a cambio de que España, a través de la CEE, se incorporase a un mercado globalizado, sin apenas protección para la mayoría de los trabajadores. Esta contradicción, sin embargo, no dejó de darle réditos electorales hasta las elecciones de 2011.
Desde entonces el PSOE pierde identidad y votos en cada nueva decisión que toma. Zapatero no supo explicar la crisis a los españoles, ni dar un salida si quiera progresista a la misma, Rubalcaba además de mantener los errores heredados representaba una clase política que había tenido éxito en el pasado, no en el presente y, por tanto, no encajaba con la nueva generación de votantes. Además en el horizonte aparecían nuevos problemas, un nuevo partido político, Podemos, que abría la expectativa a la izquierda del PSOE de un partido con opciones de gobierno, perdiendo los socialistas dicho monopolio en el imaginario colectivo de los votantes. El otro problema fue una UE que optó por políticas regresivas para salir de la crisis y que la socialdemocracia, al ser cocreadora de esta UE “austericida”, optó por defender. Esta doble tensión llegará a su “climax” en el Comité Federal del PSOE del 2 de octubre. En dicho Comité hemos visto un PSOE que, cada día que pasa, se parece más al PP, porque han ganado aquellos que temen el referéndum en Cataluña y se niegan a dialogar y reconocer una realidad diferente al centralismo español. También han ganado los que prefieren mantener el estatus quo con ciertos retoques cosméticos, es decir, mantener las políticas de la UE para salir a la crisis, lo que nos ha llevado a que ya haya en nuestro país cerca de un millón de trabajadores con un sueldo inferior a 300 euros al mes. Pero además hemos visto un PSOE controlado por el grupo PRISA y más preocupado por el crecimiento de Podemos que por llevar a cabo políticas de “progreso”. Un PSOE, al fin y al cabo, que prefiere mantener los interese de las élites económicas del país a consultar a sus militantes.

Felipe González y Susana Díaz han creado un PSOE que ya no es ni siquiera progresista, al que es muy difícil diferenciarlo del PP en su práctica diaria, del que han desdibujado por completo sus diferentes identidades, hasta el punto de que nadie es capaz de trazar un relato coherente entre este PSOE y el del pasado, incluso el más inmediato. La última semana de octubre culminará la peor de las traiciones, la que uno se hace a sí mismo, y el PSOE, por tanto, dejará de ser un partido útil para la ciudadanía porque si este es lo mismo que el PP, ¿qué necesidad tiene un ciudadano de hacer uso de su representación? En la izquierda está Podemos, en el centro Ciudadanos, en la derecha PP, por tanto, ¿dónde está el PSOE? Seguramente con quien vote en el Congreso. 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

DEMOCRACIA Y VOLUNTAD POPULAR

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/cantabria/primerapagina/Europa-ovejas-blancas_6_487911244.html Data: 7/9/2016

Desde que en el año 1762 Jean-Jacques Rousseau publicase su magistral El Contrato Social, hemos vinculado la democracia y el principio de la soberanía nacional como conceptos idénticos, cuando esto no es del todo cierto. La democracia es algo más que la expresión de la voluntad popular, es Rousseau, pero también Montesquieu y Voltaire, es decir, un equilibrio de poderes y un espacio de libertad y convivencia. Pese a citar a los grandes autores de la Ilustración no reivindico la democracia liberal del siglo XIX que tuvo su síntesis en la obra de Condorcet, sino que me opongo precisamente a sus bastardos contemporáneos, aquellos que engendra el neoliberalismo postmoderno de principios del siglo XXI, al desarrollar hasta el paroxismo una conciencia individual que se proyecta en el conjunto de la sociedad. Esto ha llevado a que una parte de la ciudadanía vea los referéndums como la mejor forma de representar, en democracia, a los individuos. No porque pensemos que este instrumento recoja una voluntad social a la que debamos someternos, sino porque extrapolamos nuestra conciencia a lo colectivo y creamos un superyó en el que nos sentimos representados sin intermediaros, lo cual es una experiencia psicológica liberadora. Como he subrayado al inicio de este capítulo la democracia no sólo debe recoger la aspiraciones de los individuos que forman una nación, ya que esto tiene riesgos para sus libertades fundamentales. Los ejemplos son múltiples, no sólo en la historia, sino también en la actualidad.
En la historia todos conocemos el ejemplo de la II República francesa (1848). Tras la victoria del pueblo de París en la Revolución de 1848 esta decretó el sufragio universal masculino, fijó por primera vez en la historia de Francia un límite en la jornada laboral (10 – 11 horas diarias) y estableció el derecho del trabajo para todos los ciudadanos. Es decir, llevó a cabo un avance sin precedentes, desde la Convención (1792 – 1795), de los derechos políticos y sociales en la Francia postnapoleónica. Pero un referéndum le dio el poder a Napoleón III, debido a su parentesco con Napoleón Bonaparte, del que era sobrino y su apellido, por tanto, era muy popular en la Francia rural. Napoleón consiguió 5,5 millones de votos frente Louis-Eugéne Cavaignac que sólo consiguió 1,9 millones. El resultado es que todo el programa revolucionario se vino abajo, así como las aspiraciones de aquellos que fundaron la II República, la izquierda intentó el golpe fallido de 1851 y los conservadores crearon el II Imperio, de nuevo, mediante otro referéndum que esta vez acabó con la democracia.
En la actualidad también tenemos ejemplos similares. El famoso Brexit del Reino Unidos es un ejemplo donde se ve la volubilidad de estos instrumentos políticos. Después de celebrarse el referéndum el 23 de junio de 2016, la sorpresa del país fue mayúscula, incluso para aquellos que proponían la salida, la opción que finalmente se alzó con la victoria. ¿Cómo es posible que importantes miembros del partido conservador como Boris Johnson no tengan un plan para el Reino Unido después del Brexit? ¿Acaso son los referéndums una plataforma de políticos populistas que se amparan en informaciones falsas para excitar a un electorado hostil ante la realidad que vive? ¿Cómo es posible que Nigel Farage dijese que había mentido cuando dijo a los ingleses que éstos se iban a ahorrar 350 millones de libras semanales con la salida de la UE y que el dinero iría destinado a educación y sanidad?[1] Ahora son los ingleses los que quieren retrasar lo máximo posible la salida de la UE y, lo más triste, contra lo que votaron la mayoría de los ingleses, una UE símbolo de la globalización financiera que deja en la cuneta a las clases bajas y medias de la Inglaterra que no se ve beneficiada por la City, seguro que se salva a través de acuerdos bilaterales en una trastienda que está muy alejada del debate político. Así que el referéndum vuelve a tener un efecto contrario al deseado, un libre mercado con un control político todavía más débil.
Pero el ejemplo que me parece más devastador no es aquel que nos habla de una herramienta política voluble y coyuntural, sino aquel que puede recortar derechos y libertades. Esto es lo que está proponiendo el partido de extrema derecha Partido Popular de Suiza (SVP). Este en la actualidad se encuentra desarrollando la campaña “Ley Suiza, no jueces extranjeros”, ya que muchas leyes racistas que se aprobaron por referéndum no se han llegado a aprobar por la intervención del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, pero ahora la extrema derecha suiza quiere que la legislación nacional esté por encima de la justicia internacional. ¿Cuál es su legitimidad? El voto popular.
La democracia es un proceso complejo, una lucha de equilibrios y poderes que no dejan de ser también un instrumento para mejorar la convivencia de una comunidad de seres humanos que deciden transformarse en entidad política. Además, esta no deja de ser una categoría histórica que dentro de unos siglos veremos superada por otro instrumento que mejore nuestra convivencia. Por todas estas razones no podemos confiar en que la mejora de nuestra sociedad se produzca por una proyección de nuestra razón hacia el resto de la comunidad política a la que pertenecemos sólo a través de los referéndums. Quizá por esta razón nuestros sistemas políticos no acaban de salir del diván de Freud.




[1]¡http://www.eldiario.es/theguardian/final-Brexit-permanecer-Union-Europea_13_529627033_6802.html Data: 6/9/2016

lunes, 22 de agosto de 2016

LA HISTORIA DEL BIKINI Y DEL BURKINI

Fuente: https://elventano.es/2016/08/bikini-burkini-y-teta-de-facebook.html Data: 22/08/2016

Pedro Zaragoza Orts, alcalde de Benidorm, se hizo famoso en España porque a principios de 1950 viajó en vespa, durante ocho horas, hasta el El Pardo, para que Franco permitiese bañarse en bikini a las extranjeras en las playas donde ejercía como regidor. Este aventurero alcalde falangista situó su ideología y la del régimen por debajo de la entrada de divisas que, gracias a la futura llegada de turistas y a su novedoso plan urbanístico de 1951, se antojaba masiva. También se enfrentó a la excomunión del arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, y apostó por no volver a vivir situaciones como la multa de 40.000 pesetas que una extranjera había recibido en España por parte de la Guardia Civil. Este cambiaría la imagen de las playas del Mediterráneo que, desde entonces, acogerían el turismo chárter llegado del norte de Europa en busca del famoso sol y playa. Esta anécdota puso de manifiesto que frente a la propaganda oficial de Spain is different, el país se tuvo que ir acomodando a los usos y costumbres del entorno europeo. Aunque este cambio se realizaría, no podía ser de otro modo bajo una dictadura, mediante un proceso “controlado”, en una España que se encontraba cerrada a cal y canto por el nacionalcatolicismo triunfante que había salido de la Guerra Civil (1936 – 1939) y que había encerrado a las mujeres españolas en la jaula mental y cultural de la Castilla de Isabel la Católica.
Una situación similar viven las mujeres del mundo islámico que viven en Occidente en la actualidad, encerradas en los preceptos de una religión para la que la condición femenina está martirizada por considerarse como algo pecaminoso, al tiempo que se encuentran rodeadas por los espacios de libertad que las mujeres occidentales han conquistado desde la Posguerra y donde la exhibición del cuerpo femenino ha dejado de tener, afortunadamente, connotaciones negativas.
La situación anterior ha derivado en un polémico conflicto en las playas francesas, donde algunos ayuntamientos, como los de Cannes y Villeneuve-Loubet, han optado por prohibir el burkini; más recientemente el ayuntamiento corso de Sisco ha seguido el mismo camino, tras altercados entre la comunidad musulmana y nacionalista que se han saldado con cinco heridos. En Bélgica el estado está considerando la prohibición en todo el país e, incluso en España, en tres parques acuáticos de Girona se ha prohibido por “motivos de seguridad”.
Personalmente no me gustaría que ninguna mujer, por motivos religiosos o de otra índole, se viera obligada a llevar puesta esta prenda. Pero también estoy de acuerdo con el grupo Red Musulmanas, un colectivo de mujeres que trabajan por la difusión del feminismo islámico, que denuncia lo tendencioso del término “burkini”, que nos lleva a una rápida correlación mental entre un bañador, un burka y los talibanes.
La diferencia con el pasado, con el proceso de liberalización en las costumbres que vivimos en España en el tardofranquismo y que legitimó el bikini como un espacio de libertad para la mujer, es que se partía de la prohibición del Estado franquista y las instituciones religiosas a otro donde la mujer, el individuo, en resumen, es el que tiene que elegir entre ponerse un bañador de dos piezas u otro de una pieza, que cubre más la piel de la mujer, sin prohibir con la democracia el segundo. Si queremos convencer a la comunidad islámica de que la mujer tiene todo el derecho del mundo a bañarse libremente, con las prendas que considere, no podemos nosotros prohibirle el uso de una forma determinada de baño que, al fin y al cabo, a nosotros ¿a qué nos obliga?

El espacio público debe ser un espacio compartido de usos y costumbres libremente elegido por los miembros que participan de este, sin ningún tipo de coacción ni coerción, siempre y cuando su uso no implique a terceras personas. 

jueves, 18 de agosto de 2016

¿HACIA UNAS TERCERAS ELECCIONES?

Fuente: SCY – pixabay, Creative Commons.

Está claro que, una vez que se inicia una legislatura parlamentaria se abre el camino hacia unas nuevas elecciones. El nuevo ciclo parlamentario por muy extendido que sea este tendrá una duración máxima de cuatro años; aunque, desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015, el temor de la ciudadanía a que no se forme gobierno y vuelva a ser llamada a repetir el ritual del voto dominguero es un temor nada desdeñable que nos sitúa, de nuevo, ante las urnas en Navidades.
De todas formas, aunque el PP consiga, como parece, una coalición estable con Ciudadanos y la abstención del PSOE, esto le daría una minoría parlamentaria de 169 diputados, cuando la mayoría absoluta se sitúa en 176. Esta realidad matemática hace improbable que dicho gobierno aguante un proceso de ralentización, más o menos suave, del crecimiento económico y otra ronda de recortes de 20.000 millones de euros que nos imponga Bruselas  a cambio de no pagar la multa por el exceso de déficit y prorrogar otros dos años su cumplimiento.
El panorama anterior, la posibilidad inminente de un nuevo combate electoral, debería  resituar a la izquierda española en una coyuntura electoralista, ya que si no tenemos elecciones en Navidades, las tendremos, como mucho, a lo largo de 2017 o 2018. Es decir, que nos tenemos que preparar para una legislatura corta.
La estrategia del PP ya la conocemos: la resistencia y el miedo, situarse como el faro de la derecha mundial y mostrarse como la única alternativa frente a la marea podemita inspirada en la Venezuela de Chaves. La de Cs también: una minoría necesaria, sea cual sea la opción mayoritaria de los españoles, ésta necesitará de sus diputados para alcanzar el gobierno y, por tanto, siempre serán unos socios fiables gane quien gane o, como diría Groucho Marx, estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros.
El problema, por tanto, lo tenemos en la izquierda, donde el PSOE tendrá que definirse alguna vez, hacia la derecha o hacia la izquierda. En ambos casos perderá votos, esperemos que con su decisión no pierda también su identidad histórica. Es imposible mantener una situación de indefinición ideológica por un período de tiempo más largo porque, entonces, correrá también el riesgo de convertirse en un partido irrelevante de la política española, al ser este incapaz de tomar decisiones. El asentamiento de una nueva clase dirigente que acabe con las deudas del pasado, y con ello no me refiero a Pedro Sánchez, se antoja fundamental en dicho proceso. Por último UP cuya estrategia electoralista llegó a su máximo paroxismo en las elecciones del 26 de junio de 2016 en la alianza electoral Izquierda Unida y Podemos, única novedad en las elecciones de junio y, por tanto, la que más expectativas de crecimiento electoral generaba, aunque esta como en la fábula de Esopo se convirtió en el parto de los montes y, por tanto, en la primera decepción electoral del partido morado. No sólo supuso una decepción sino que parece haberlo situado en la desorientación, ya que todos sus militantes se preguntan si ahora es posible asentar dicho proyecto político sin la necesidad de las artes de prestidigitador de Pablo Iglesias.

Esperemos que lo anterior se solucione, si no volveremos a sorprendernos con un crecimiento no merecido del PP y este acercará ya a la derecha a la mayoría absoluta. 

sábado, 9 de julio de 2016

UN MUNDO FELIZ: UNA LECTURA ACTUAL


Aldous Huxley escribió su novela más emblemática, Un mundo feliz, en el año 1932; con ella intentaba describir los convulsos acontecimientos que estaba protagonizando la sociedad de Entreguerras. En esta se produjo el ascenso de la sociedad de masas a golpe de producción en cadena, siendo sus principales engendros políticos las dictaduras totalitarias de Hitler y Stalin; aunque, como toda buena novela moderna, esta trasciende la época en que fue escrita y está llena de referencias a categorías universales, planteando una lucha nada optimista entre la libertad del individuo y la sociedad en la que vive, sus leyes, su escala de valores, sus costumbres, sus modas, etc. Esta sociedad en Huxley se convierte en el perfecto gineceo que impide que se desarrolle el individuo y, por tanto, la libertad.
A lo largo de esta dictadura distópica, curiosamente, el autor parece justificar, mediante la guerra o la revolución la necesidad del control social o, al menos, dar causa al origen del mismo. El autor tenía en la retina el recuerdo de la I Guerra Mundial (1914 – 1918) y en su novela, la Guerra de los Nueve Años justifica el desarrollo de un sistema de control a partir de la tecnología: selección mediante ADN, condicionamiento clásico o pavloviano desde el nacimiento, inducción constante de sesiones de hipnopedia y, para los episodios coyunturales de pérdida de “felicidad” pasajera, un chute de soma. Este control social se extiende a toda clase de sentimientos y, así, se toman todas las precauciones para que las relaciones sean lo más superficiales posibles, para que, de este modo, nadie se implique emocionalmente. En resumen, como en el propio libro describe el autor, se ha desarrollado un cristianismo sin lágrimas. Este control de los individuos también sirve para establecer una perfecta jerarquía de la sociedad. La población, desde el nacimiento, se encuadra en Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilon, según sus capacidades, ya que de otro modo estos se hubieran autodestruido luchando por los mejores puestos de la sociedad, como demostró uno de los experimentos en que se eliminaron las jerarquías sociales y la revolución acabó con la mitad de la población.
La conclusión final a la que nos aboca la lectura es que el autor nos ha situado ante una dictadura de carácter estructural, donde el máximo dirigente que aparece en la novela, Mustafá Mond, parece una pieza más del engranaje que ha sido situado allí por sus aptitudes y que, al igual que él sustituyó a otro consejero, este también será sustituido. Pese a su consciencia de la distopia de la que forma parte y del acceso a conocimientos diferenciados respecto del resto de la población, este no hará nada que ponga en riesgo la sociedad “perfecta” que ideó Huxley, más bien todo lo contrario. En resumen, el verdadero filo ejecutor de los individuos que forman esta sociedad son el desarrollo y la tecnología, unos entes abstractos que han situado como fines absolutos la felicidad y la estabilidad, frente a la verdad y la belleza, algo vetado a la mayoría de la población.
Frente a la abrumadora realidad anterior se alzan, en Islandia, como una resilencia del pasado, los salvajes, aquellos que viven condicionados por sus sentimientos: sufren, sienten dolor, lloran, padecen y, del mismo modo, también conocen la alegría, la felicidad y la satisfacción. A través de un viaje a esta isla que llevan a cabo Bernard y Lenina, dos miembros un tanto inconformistas de la distopía, Huxley establece una ruptura literaria con algunas de las convenciones más arraigadas de la cultura occidental, situando en un ambiente salvaje y de “rechazo” por la parte más civilizada de la sociedad convenciones tales como la vejez o la maternidad, aspectos que en la tecnocracia de Huxley habían sido desterrados y que sus habitantes las descubrían con asombro, comicidad e, incluso, horror. La ruptura de las normas sociales llega a tal extremo que la familia es perfectamente identificada como una mera convención social. También será en esta isla donde aparezca el auténtico protagonista de la novela, John, que, como no podía ser de otro modo, se nos presenta como un auténtico inadaptado social, un espíritu libre que nada entre dos mundos y que vive el rechazo de ambos.  

En resumen, una novela recomendada para aquellos que sientan la amenaza de la biotecnología, la robótica y la Inteligencia Artificial, nuevos campos que ha desarrollado la ciencia y que amenazan el mundo que conocemos, aunque de nuestra “libertad” en el uso y abuso de dichas tecnologías siga dependiendo el futuro que ahora estamos construyendo. 

martes, 8 de marzo de 2016

LOS BAROJA: UNA VIDA DESDE EL ATALAYA



El lector, al menos ese fue mi caso, tendrá una idea diferente de esta biografía cuando finalice su lectura respecto de lo que esperaba cuando leyó el título Los Baroja: memorias familiares. Esto suele suceder en casi todas las obras, pero aquí se convierte en una clave que nos ayuda a descubrir ante lo que realmente estamos, la biografía de un solo personaje. Nos acercamos a la obra de Julio porque como muchedumbre buscamos las indiscreciones de uno de los mejores escritores de la Generación de 1914; como minoría, la de uno de los mejores grabadores de la primera mitad del siglo XX; y quizá, como élite conocer a uno de los mejores antropólogos que ha tenido este país en su historia. Por tanto, no espere el lector encontrarse con la extensa familia de los Baroja, ya que cuando terminas el libro, sólo te quedas con la biografía de Julio Caro Baroja.
Esto no quiere decir que, como en toda biografía, la familia no ocupe una parte importante, ya que ésta condiciona a todo ser humano, en mayor o menor medida, ya esté esta presente o ausente. Si cabe, más en los países mediterráneos y más si eres un soltero que nunca se ha atrevido a salir de su círculo de relaciones. El propio autor es consciente de esto mismo y desde el primer momento se compara con el personaje de Dombey de Charles Dickens, para resaltar el haber sido un niño solitario rodeado de adultos (1997:24). Aunque la relación con su familia no adquiera tintes tan oscuros como en la novela del escritor inglés, en ciertos momentos sí nos hace pensar que la figura de Julio se ve oprimida por la brillantez de los suyos, convirtiéndose en una figura secundaria de su propia vida. A lo largo de la obra Pío Baroja es tratado como una especie de ídolo familiar, sin perfiles, sin apenas manifestaciones, ni sentimientos, no vaya a ser que un crítico literario los saque de contexto. De hecho el capítulo V dedicado por entero a él no nos aporta prácticamente nada sobre la obra o el carácter de Pío Baroja. En toda esta biografía de cerca de 550 páginas sobre “Los Baroja” sólo conseguimos adivinar que Dostoyewski y Dickens fueron sus dioses mayores (1997: 117). El resto de los miembros de la familia de Los Baroja no serán tratados con tanta distancia. Su tío Ricardo será criticado por su “dandismo”, su versatilidad, su derroche de energías y aptitudes que, según él, no seleccionó bien acaso porque en el primer golpe siempre tenía suerte y el segundo le fallaba por falta de voluntad o indiferencia (1997: 85). También serán expuestos al público otros miembros más anónimos de la familia, aquí sus simpatías se dividen entre la querencia por los personajes femeninos de su familia y la ridiculización de los masculinos. El abuelo Serafín, al que llama el hombre shelebre, un antiguo ingeniero de caminos, que es presentado como un intelectual frustrado que publicaba un “folletín” cuya lectura no resultaba entretenida, hasta tal punto que sólo una tía benévola sería capaz de encontrarlo original e interesante (1997:46). Pero sus dardos más hirientes van contra el carácter “pasional” y arbitrario de su padre, al que describe siempre con la distancia de alguien ajeno a la familia, una familia que es la de la madre. Por tanto, deja a la madre y a la abuela al margen de la crítica, porque éstas dentro del esquema de familia tradicional vasca gobiernan la casa y centran la atención en su cuidado. Aunque desde el principio marca distancias con el género femenino al considerar que lo fundamental de este es la búsqueda de la “felicidad”, algo que él desterró pronto de su mente. (1997: 63)
En este libro también vemos cómo los Baroja, al margen de los afectos familiares, construyen su identidad como familia a través de la política. Esto no deja de ser curioso en un Julio Caro Baroja que se quiere mantener equidistante de las posiciones ideológicas más extremas. La  identidad, tanto entre los miembros más antiguos como entre los más modernos de la familia, la construyen en torno a un liberalismo progresista propio del siglo XIX, donde el anticlericalismo y una manifestación pública de ateísmo es el elemento de definición más claro. Este, en el siglo XX, sólo transita hasta la Guerra Civil a través del ideario del Partido Radical o los diferentes partidos republicanos. Además como la definición de liberal es una especie de cajón de sastre ideológico donde caben muchas identidades, dependiendo del tiempo y del lugar, el autor, con buen criterio, define en la obra qué es para él el liberalismo: …el que hace de la libertad de conciencia individual la base de toda operación política y social (1997: 237). Como ya he dicho, este liberalismo se completa con un ateísmo cuyas manifestaciones salpican el libro. A los ocho años se enfrenta a los niños y sus familiares de  Vera de Bidasoa haciendo profesión de la “fe” familiar, para espanto de los presentes (1997:23). Esta también aparece cuando defiende la mayor diversidad y densidad cultural de los politeísmos frente a los monoteísmos, dando lugar a uno de los pasajes más bellos del libro:…Los pueblos del Mediterráneo que han tenido una idea clara de las limitaciones de la vida, de las diversidades, oscuridades, matices y contingencias de que está llena son los que han dejado una herencia mejor no sólo para el desarrollo de las artes y las ciencias, sino también para el de las concepciones religiosas y filosóficas… En cambio, los que partiendo de la idea de un Dios único de dimensiones infinitas no han hecho más que producir fanáticos y dogmatizantes(…) El Dios infinito es el de los desiertos;  los dioses especiales son los de los montes, las bahías, los bosques, las islas griegas… ¡Qué más quisiéramos hoy que tener una sólida religión pagana a nuestro servicio! (1997: 212)  El tercer episodio que muestra el liberalismo anticlerical de la familia de los Baroja se produce ante la muerte de sus dos tíos, el primero que fallece es Ricardo en 1953 y, al poco, Pío en 1956, todavía en plena Posguerra y hegemonía del nacionalcatolicismo. Estos exigen en el testamento a su sobrino que sean enterrados en el cementerio civil de Madrid, Julio lo cumple sin dudarlo y sin tener en cuenta las presiones que se producen por diferentes elementos del Régimen, sobre todo, cuando muere Pío, dada la mayor relevancia pública que adquiere su funeral. (1997: 512 – 515).
El liberalismo anticlerical que ha sido descrito en los párrafos anteriores representó lo que el historiador inglés Paul Preston conceptualizó como las tres Españas (1998), es decir, lo que en palabras del propio Julio sería alguien alejado tanto de la masa como de los cuarteles. Este relato de la tercera España, a través de diferentes anécdotas de su familia es lo que creo que tiene un mayor interés para el lector, ya que nos permite acercarnos al Madrid de las tertulias previas a la Guerra Civil. En estas establecen relaciones sus tíos, pero también la menos conocida Carmen Baroja Nessi. Los otros centros de interés serán el Ateneo de Madrid y la Institución Libre de Enseñanza, claves no sólo en la vida cultural y social de nuestro país hasta 1939, sino también en la vida política, ya que a través de ellos y por estas páginas transitaron personajes tan relevantes como Valle–Inclán, Azaña, Ortega o María de Maeztu. Según avanza el relato y nos acercamos a los años críticos de la II República y la Guerra Civil Julio Caro Baroja se quejará de la politización cultural de estas instituciones y, también, hablará con menos interés de los autores más politizados. De este modo considera que los socios fundadores del Lyceum empezaron a dejar de ir cuando este estuvo dominado por mujeres de políticos republicanos y socialistas (1997: 65). Esta moderación se mantiene a la hora de describir a la Institución Libre de Enseñanza, ya que defiende que en esta Institución también había profesores que hacían gala de su catolicismo y conservadurismo, aunque no eran los que daban mayor tono moral e intelectual a dicha Institución (1997:149). Otro ejemplo de su posición equidistante fue cuando critica la famosa quema de iglesias y conventos que se produce durante la proclamación de la II República en abril de 1931, con frases como: frialdad burocrática o que estuvo llena de comentarios burlones (1997: 202). También criticó que los políticos republicanos y socialistas quisieran establecer una nueva aristocracia de familiares y amigos, como los regímenes anteriores, pero con más cultura. (1997: 205) Lo mismo le sucede al Ateneo que, en los años 30 se convirtió, según Julio, en una sucursal del Congreso. En lo que respecta a los episodios familiares destaca la riña entre Ricardo y Azaña, de ahí la animadversión hacia los políticos de la II República que muestra el autor, como ejemplo dice que tanto Largo Caballero como Azaña eran falsos hombres enérgicos y que Indalecio Prieto era un falso hombre hábil (1997: 228).
En resumen esta equidistancia “calculada” que se manifiesta a lo largo de todas las páginas del libro, también se manifiesta en un aislamiento intelectual de la familia y en una decadencia de los negocios del padre en el período de la historia de España en el que se vive un mayor radicalismo en la esfera política y que el propio autor fecha entre 1928 y 1936 (1997: 185). Personalmente alargaría la cronología hasta la Guerra Civil, ya que el padre fue testigo de la demagogia de los rojos y el resto de la familia de la demagogia Blanca en Vera (1997: 287), aunque sobrevivieron porque Julio ingresó en una lista colectiva para ingresar en Falange y su padre por la posesión de un carnet de la C. N. T. (1997: 294).
En un tono menor también son interesantes las anécdotas sobre el sistema académico que sufrió Julio Caro Baroja, ya fuera éste durante la escuela, instituto o universidad. Las horas le parecían larguísimas, inacabables  y no conservaba de ellas ningún buen recuerdo. (1997: 145). También en este anecdotario biográfico asoma su peculiar misoginia, al considerar que las alumnas de la ILE son aplicadas, cumplidoras, obedientes y sumisas, les falta chispa e inteligencia. Cuando no son equilibradas parecen cuerpos inertes y de vez en cuando sale alguna con caracteres tremebundos de pandorga contestataria (1997: 158)
También encontramos en estas páginas a los que fueron sus padres intelectuales: Aranzadi, el padre Barandiarán y Hugo Obermaier (1997: 218). En el resto de páginas sólo encontramos críticas a la universidad, entre las que destaca aquella que se produce por su abandono de los estudios de arqueología a la que definió como estudios de: pucherología trascedental o la ciencia de averiguar los caracteres de hombres mediante pucheros quebrados (1997: 219). Los pasajes antropológicos son escasos. Nos habla brevemente de cómo la familia también condicionó su actividad profesional, ya que se hizo antropólogo por amor a Vera y cargó su vida de quehaceres culturales para, según sus palabras, olvidar la violencia de la vida pública, las zozobras familiares, los pensamientos obscenos y la lujuria no satisfecha (1997: 270). En relación con su trabajo de antropólogo, al final del libro habla de su paso por Andalucía entre 1949 y 1950, donde aparecen ciertas reflexiones audaces sobre el descuido hacia el jornalero y su mal trato (1997: 433) o cómo Andalucía históricamente se ha convertido en escombrera de mina de la civilización mediterránea (1997: 440)
Por último, sólo cabe reseñar que, como su vida, tampoco su escritura es excesivamente alegre, en muchos casos nos recuerda la escritura de los escritores realistas del siglo XIX, excesivamente descriptiva, redundante, decimonónica. Desde los inicios el autor nos indica que escribe desde la vejez, sin apasionamientos, casi desde la ataraxia, donde se ha ido tanto lo bueno como lo malo. La biografía la comenzó a escribir en 1957, cuando se sentía un muerto con cierta inteligencia (1997: 10). Así se sentía y… como no puede ser de otro modo, así sentimos nosotros, a veces, su escritura. 

jueves, 3 de marzo de 2016

LA PASOKIZACIÓN DEL PSOE

http://postdigital.es/2016/02/24/podemos-rompe-negociaciones-con-el-psoe-por-su-pacto-con-politicas-economicas-proximas-a-las-de-la-fundacion-faes-p19976/


El resultado de las últimas elecciones generales, como ha dicho Pedro Sánchez, imposibilita un gobierno monocolor y exige una política de pactos o, según sus propias palabras, una política de mestizaje político. Esto es cierto, lo que no es tan cierto es que sea lo que en las últimas horas ha presentado en el Congreso de los Diputados a sus votantes y al resto de los españoles, un pacto entre Ciudadanos y el PSOE, donde el 80% del programa pactado es el del partido naranja. Esto supondría, entre otras cosas, un contrato único a la austríaca, en el que sólo tendrían derecho a indemnización por despido los trabajadores que llevaran trabajando x años, es decir, liberalizarían todavía más el mercado laboral y todo el mundo iniciaría su carrera profesional, en España, sin apenas protección social. Por otro lado, también se asumirían los 10.000 millones de euros de recorte que la troika nos impone. Todo esto sin apenas ninguna contrapartida para la izquierda.

¿Por qué se produce esta rendición de Pedro Sánchez respecto de unos presupuestos iniciales que suponían pactar con UP y Podemos? Esta posición inicial era más lógica incluso desde el punto de vista de la aritmética electoral, ya que UP y Podemos tienen 71 diputados, 31 más que los de Ciudadanos e, incluso, sus posiciones ideológicas podrían permitir la incorporación de otros partidos políticos como los nacionalistas de izquierdas, permitiendo, de este modo, la tan ansiada elección presidencial. El problema es, por tanto, que en la lucha interna del PSOE se han impuesto los barones que no quieren desmontar el régimen de 1978, que se sienten amenazados por el discurso de UP y Podemos, y que, incluso, parte de ellos participa de los consejos de administración de las empresas del IBEX 35. Estas también han presionado para que Pedro Sánchez pacte con Ciudadanos y no con UP y Podemos.  Pero no lo olvidemos, desde la crisis de 2007 esta es una realidad cada vez más alejada de la ciudadanía, aunque las encuestas electorales, financiadas por las mismas empresas que han urdido parte de esta trama, nos digan lo contrario.  

domingo, 10 de enero de 2016

EL PROCÉS Y VIVA LA LIBERTÁ


FUENTE: http://www.20minutos.es/noticia/2645089/0/junts-pel-si/negociacion-cup/artur-mas-carles-puigdemont/

Este fin de semana, según se resolvía, de modo cada vez más estrambótico, el llamado procés catalán,  aproveché para ver la película del director italiano Roberto Andó Viva la Libertá. Esta obra nos recuerda que, en la Europa actual, sólo un loco sería capaz de romper con la historia de los partidos políticos que guardan en su interior diferentes facciones que, en el mejor de los casos, representan las voces de un pasado que ya no existe. La contradicción de nuestro tiempo es que afrontamos los problemas de un futuro, cada día más veloz, con el ojo centrado en el retrovisor de la historia más cercana.
La política es un espacio que no se puede evitar, de ella depende la organización de la sociedad en la que vivimos, ni siquiera cuando ésta es capturada por una dictadura uno abandona dicho espacio, por mucho que ésta lo proclame. El problema se sitúa, por tanto, en la utilidad de dicho espacio. Una utilidad que se manifiesta cuando conseguimos que el individuo en particular y la sociedad en su conjunto ganen espacios de libertad. La Constitución de 1978 se legitimó, en el peor de los casos, porque generaba un nuevo espacio de libertad frente a la España de Franco, lo que dio confianza en el futuro a la gente que la apoyó. Un futuro que se está quebrando a partir de la crisis económica que se inició en 2007 y su manifestación más política, el llamado procés. Pero la respuesta no ha sido como en la década de los 70, abriendo nuevos espacios de libertad, sino encerrándonos en lo peor de la política: la negación de la realidad, los pactos contra natura, el chantaje y los pactos entre unas élites políticas que sitúan sus intereses por encima de la sociedad que construyen. Una parte importante de la ciudadanía no va a entender cómo algo tan importante como la construcción o destrucción de un Estado esté al margen de su voto.
A los que estamos a favor de que Cataluña continúe dentro del Estado español sólo nos cabe intentar convencer a la sociedad catalana que no piensa como nosotros de por qué es mejor seguir aquí, de por qué es absurdo construir como instrumento de lucha un Estado–nación, propio del siglo XIX, para luchar contra el capitalismo globalizado del siglo XXI, donde hasta la soberanía a través de referéndums es quebradiza. A lo nuevo no hay que responder bajo los supuestos del pasado y el miedo, hay que afrontar los problemas racionalmente, discutirlos en libertad y aceptar la conclusión a la que se llegue, aunque ésta no sea la mía. Para despedirme recordar, como lo hace Toni Servillo en la película Viva La Libertad, las palabras que dedica Bertolt Becht a los que dudan:

Dices que nos va mal. La oscuridad
crece. Las fuerzas flaquean.
Después de trabajar tantos años
nos encontramos ahora en una situación
más difícil que cuando
comenzamos.

El enemigo es ahora
aún más fuerte que nunca.
Parece que haya crecido su fuerza. Ha cobrado
una apariencia de invencibilidad.
Mientras que nosotros hemos cometido errores,
es inútil negarlo.
Cada vez somos menos. Nuestras
consignas son confusas. Una parte
de nuestras palabras
ha sido tergiversada por el enemigo hasta convertirla en
irreconocible.

¿Qué es erróneo, falso, de todo aquello que hemos dicho?
¿Una parte o todo?
¿Con quién contamos todavía?
¿Somos supervivientes, arrastrados
por la corriente? Quedaremos rezagados, sin
comprender ya a nadie, incomprendidos por todos.

¿O podemos contar con la buena fortuna?
Esto preguntas. No esperes
otra respuesta que no sea la tuya.