sábado, 5 de diciembre de 2015

LA UNIÓN DE LA IZQUIERDA

En las elecciones del 20 de diciembre de 2015 la izquierda a la izquierda del PSOE nunca ha tenido tantas oportunidades como hasta ahora de sacar un buen resultado electoral, como consecuencia de la crisis económica y el modelo neoliberal que Rajoy y la Unión Europea han planeado y ejecutado para nuestro país. Los datos hablan por sí solos, según la Encuesta de la Población Activa del tercer trimestre de 2015 los contratos temporales crecieron en 205.500 personas y los fijos descendieron en 18.900. La tasa de desempleo se sitúa en 4.850.800 personas y sólo se ha reducido en cuatro años en 147.200 personas, una cifra que se agrava al conocer que 500.000 personas han abandonado el mercado laboral o que las familias con todos sus miembros en paro se han incrementado en 147.700 hasta 1.572.900.
En resumen la tragedia mayor de la crisis económica que es el desempleo continúa y, además, aumenta la desigualdad, algo que también podemos constatar a través de las estadísticas del INE y que recogió el diario Público en el siguiente artículo La maltrecha España que deja Rajoy en 14 gráficos (http://www.publico.es/economia/maltrecha-espana-deja-rajoy-graficos.html data: 2/12/2015). En este artículo se establece que la tasa de cobertura de desempleo ha bajado del 72% al 54%, que el porcentaje de trabajadores pobres ha pasado del 11,6% al 14,2%, la renta media por persona ha bajado de 10.858 euros a 10.391 y los hogares en situación de pobreza energética ha subido del 6,5% al 11.1. Podíamos seguir trayendo a estas páginas más datos, pero parece evidente que todos apuntan a la misma dirección. Después de cuatro años de gobierno de Rajoy no sólo somos más pobres, sino que los que lo eran en 2011 ahora lo son más y la recuperación sólo ha favorecido a los que nunca han estado en crisis. Pero la pregunta sería, ¿qué alternativa tenemos a esta debacle socioeconómica? La respuesta es débil y está dividida. La izquierda no ha optado, como lo solía hacer en época de emergencia social por una unidad de acción en torno a un programa mínimo. Los ejemplos en la Historia son múltiples, los frentes populares de los años 30 o el Programa Común de comunistas y socialistas de cara a las elecciones legislativas francesas de 1973.

¿Qué tendrá que pasar en este país para que la izquierda se una en torno a una bandera que proteja a quienes están siendo expulsados de nuestra sociedad?

martes, 6 de octubre de 2015

LA INTENCIÓN NEOLIBERAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

                      Imagen extraída de: http://www.atlantico.net/articulo/area-metropolitana/rajoy-recibe-passos-coelho-copresidir-xxviii-cumbre-bilateral/20150622113446481089.html. DATA 6/10/2015

El día 4 de octubre de 2015 se produjeron las últimas elecciones generales en Portugal y la mayoría simple de los conservadores con el 36,83% de los votos llevó a la prensa española a encabezar dicho acontecimiento con los siguientes titulares: ABC “Portugal respalda la senda de las reformas”  (5/10/2015) y “ante un macrorrescate se puede reaccionar como los griegos o los portugueses. Grecia está hundida y Portugal flota” (6/10/2015), El Mundo “La victoria de Passos Coelho alienta a Rajoy” (6/10/2015); La Razón “Portugal avala la buena gestión” (6/10/2015); y, como no, El País “Portugal avala en las urnas las políticas de austeridad del Gobierno”. Los periódicos más leídos de la prensa escrita española comparten un eslogan en común: “españoles cuidado con lo que vais a votar el 20 de diciembre, mirad lo que les ha pasado a vustros vecinos, una Grecia cada día más marginal en Europa y un Portugal que avala las políticas de austeridad”. La prensa escrita, por tanto, sostiene la imagen de una Grecia que siempre ha sido el alumno descarriado de Europa y un Portugal pelota con la Troika que se convierte en el modelo a seguir. En la historia del periodismo nunca antes se confundieron con tanto descaro las intenciones de los periódicos con los hechos que narraban. Decía Bertrand Rusell en una entrevista que realizó la BBC en 1959, poco antes de morirse, que quería dejar el siguiente legado moral: “cuando estés estudiando algo… pregúntate a ti mismo, ¿cuáles son los hechos?... Nunca te dejes desviar, ya sea por lo que deseas creer o por lo que crees que te traería beneficio si así fuera creído[1]”, adjunto la referencia del vídeo con el deseo de que conmueva la ética periodista de algunos editores mencionados anteriormente.
Los datos son los siguiente: hubo 5.380.280 votantes un 57% del total, 175.255 y 1,92 puntos menos de participación que en las anteriores elecciones. De esto se puede concluir que la política portuguesa tiene un problema a la hora de convencer a sus ciudadanos de la oportunidad de sus programas políticos, incluido el ámbito económico. Además el partido que respaldaba las políticas de Passos Coelho eran el PPD/PSD que en las anteriores elecciones había conseguido 2.146.108 votos, el 38.63% y 105 diputados, además del fusionado CDS-PP que obtuvo en 2011 652.379 votos, el 11.74% y 24 diputados. Esto quiere decir que los partidos que han defendido las políticas de austeridad han sacado 1.981.388 votos, el 36.83% y 99 diputados, es decir, 817.099 votos, 13,54 puntos y 30 diputados menos que en aquellas elecciones. Un pequeño detalle que han pasado por alto nuestros periódicos es que estos dos partidos compartían candidatura. De este modo los hechos nos dicen que casi un millón de votantes portugueses han abandonado las políticas de austeridad, por tanto ¿dónde está el apoyo de los portugueses a las políticas neoliberales seguidas por Passos Coelho?
Aunque Portugal quede emocionalmente lejos para la mayoría de los españoles, al menos más que su distancia física, no se aproveche de esto nuestra prensa, utilizando sus elecciones como un mero espejo donde reflejen sus aspiraciones para las elecciones del 20 de diciembre de 2015.

lunes, 31 de agosto de 2015

ELECCIONES EN CATALUÑA

Imagen extraída de El Confidencial: http://www.elconfidencial.com/espana/2015-08-31/anc-y-omnium-viajan-esta-semana-a-madrid-para-tratar-de-internacionalizar-el-27-s_994398/

En las elecciones de Cataluña del 27 de septiembre se dirime algo más que unas elecciones autonómicas, aunque tampoco creo que sea algo tan grande como el destino de un pueblo. Éste se va construyendo, más bien, con las pequeñas acciones de sus ciudadanos y agentes económicos y sociales en el día a día, más que con grandes hitos de la Historia. El problema de estas elecciones, al menos para mí, es que se ha generado un discurso identitario excluyente en ambos bandos.
Dentro de lo que sería el discurso nacionalista catalán, no me gusta que se centren en el ámbito económico, que muestren su falta de solidaridad con regiones mucho más pobres que la suya, que identifiquen su quehacer político diario con algo tan egoísta como las balanzas fiscales. Según los datos que el Ministerio de Hacienda publicó en el año 2014 Cataluña perdía el 6,55% sobre su PIB, frente al 15,73% que ganaba Extremadura, pero hay que completar estos datos con la renta per cápita que en Cataluña sigue siendo, según el INE para 2014, un 41,65% superior al de Extremadura, 26.996 euros frente a 15.752. Personalmente considero que la razón de un Estado es establecer un vínculo de solidaridad entre sus ciudadanos y éstos, en nuestro  sistema constitucional, forman regiones. Puedo entender que la derecha que funda las desigualdades sociales en el mérito y la capacidad defienda que los extremeños, por no mentar otras regiones, se han merecido estar a la cola de España en cuanto a ingresos y que sólo ellos tienen que solucionar su problema; pero la izquierda que entiende la desigualdad como un fenómeno estructural, fruto de la Historia, las decisiones pasadas, las posibilidades geográficas, la mayor dotación de capital humano y físico que se ha acumulado en unas regiones del planeta a costa de otras, no puede dejar a su suerte a aquellos que han sufrido un peor reparto, ni siquiera en épocas de crisis como la actual, que afectan a todas las regiones, incluida Cataluña.
Dentro de lo que sería el discurso nacionalista español, no me gusta que nieguen la realidad cultural y lingüística diferenciada de una región que tiene derecho, como lo tenemos todos y todas, a sentirnos lo que queramos, a tener libertad para elegir nuestro futuro. La convivencia se funda en el derecho a decidir, a reafirmar mi pertenencia a una entidad superior a mi persona y este es un ejercicio que no se puede negar. Los ciudadanos catalanes no tienen por qué aguantar las constantes agresiones que sufren por parte de una derecha que utiliza estos ataques para ganar votos en otras regiones. No es tolerable que se siga atacando gratuitamente a una lengua y cultura porque ésta sea diferente a la mía y en aras de una uniformidad y homogeneización que son propias del siglo XIX, no del presente. El que los catalanes tengan derecho a expresar su diferencia y que ésta sea respetada nunca debió ser puesta en cuestión por el resto del Estado español, si realmente queremos que éstos sigan perteneciendo a un espacio de convivencia común como se supone que era nuestra democracia.
Por último, tampoco me gusta la supuesta neutralidad que expresa el socialismo español, que hasta el momento había sido la mejor expresión del encaje de Cataluña en el Estado español. Éstos se limitan a elevar la entelequia de la Constitución y la legalidad en su discurso, algo que en el fondo está vacío de contenido, ya que ésta depende, en último término, de los ciudadanos sobre los que ambas rigen. Los votantes son los que aceptan dicha legalidad y cuando quieran tienen el derecho a cambiarla, si no viviríamos en algo diferente a una democracia, que Rousseau definió como el gobierno directo del pueblo. Una Constitución son las normas básicas de la convivencia de las que un Estado se dota y sólo la soberanía nacional, es decir, la explícita decisión de los ciudadanos la puede modificar, por tanto, esta nunca puede ser esgrimida en contra de los deseos de éstos. No se puede esgrimir una legalidad constitucional contra una mayoría ciudadana, ya que en último término se legitima en éstos, y ésta debe ser expresión fluida de los mismos, en ningún caso un corsé que los amordace.

En resumen, no me gustan los discursos identitarios porque como historiador he visto que, en casi todos los casos, son utilizados por unas élites para someter la voluntad de la mayoría y esconder tras ellos sus innumerables vicios, pero tampoco me gusta que me digan lo que tengo que hacer, me gusta que me convenzan. 

jueves, 21 de mayo de 2015

LA VENGANZA CONTRA LA PREPOTENCIA











El título del artículo es toda una declaración de intenciones que recojo de una reflexión que hace sobre las elecciones del domingo Emilio Lledó. La democracia introducida en el siglo VI a. C. por Clístenes en Grecia se basa en el principio de isonomía, es decir, que tiene en la igualdad de todos los ciudadanos su valor esencial, frente a la aristocracia que defiende como virtud la herencia familiar o la timocracia que defiende la riqueza. La pregunta, por tanto, que nos tendríamos que hacer antes de votar el domingo es: ¿para qué somos iguales? Para mí la respuesta es que somos iguales para crear un nuevo escenario que dé lugar a nuevas posibilidades en los municipios y comunidades autónomas en los próximos cuatro años. En las anteriores votamos un escenario que ha permitido la corrupción y el incremento de la desigualdad, una redistribución de la renta a favor de las clases más pudientes, el deterioro de servicios públicos fundamentales como la educación y la sanidad, etc. Pero lo peor de todo es que el inmovilismo del voto y de nuestra clase política, ha permitido que se empoderen aquellos que deberían estar avergonzados con la España que sale de la crisis económica; lo digo porque el mayor problema de nuestra sociedad y democracia es que nadie asume responsabilidad por lo que sucede a su alrededor.
La UE, la Troika, los mercados internacionales se han convertido en la coartada perfecta de la irresponsabilidad, por lo tanto, el sistema se perpetúa en sus vicios hasta que otra crisis lo ponga en evidencia. Tenemos, por tanto, la posibilidad el domingo de hacer justicia con el pasado y virtud con el futuro. La corrupción no puede ser el ámbito habitual en el que se desenvuelva nuestra clase política, ni los recortes en servicios públicos y la devaluación salarial los instrumentos con que sigamos construyendo nuestro futuro económico. Por tanto, reflexionemos con los datos que hemos recogido en la inmediata experiencia pasada y ordenemos nuestras ideas proyectando nuestras propias aspiraciones en un futuro diferente al presente. El resultado de esta ecuación el domingo tiene que ser la venganza contra aquellos prepotentes que mientras pudrían el sistema desde dentro nos hacían creer que éste era el único camino posible; demostrémosles el domingo que no es verdad. 

lunes, 26 de enero de 2015

GANÓ LA ESPERANZA

Foto: http://www.librered.net/?p=36984


En las elecciones de Grecia del 25 de enero de 2015 ganó algo más que el descontento de los griegos. En el mundo en el que vivimos es importante tener todavía la esperanza de que el mundo programado que Fukuyama sintetizó en su obra El fin de la historia no deja de ser otra ucronía más, que no tiene cabida en la  maravillosa indeterminación del ser humano. El autor norteamericano nos proponía un mundo donde la economía de mercado y la democracia se convertían en los únicos modelos posibles a los que podía aspirar el ser humano y uno de sus bastardos serían las políticas de austeridad que Merkel ha implementado en Europa, sobre todo, en los Estados del Sur, como medio para salir de la Gran Recesión iniciada en el año 2007. Pues bien, los griegos, en un ejercicio de soberanía nacional, no exento de injerencias extranjeras, han dicho que su único camino no puede ser el que Churchill propuso a los ingleses para ganar la II Guerra Mundial, un camino marcado por la sangre, el sudor y las lágrimas, y que en el caso griego ha supuesto la pérdida del 20,1% de su riqueza nacional en cinco años, para los trabajadores esta pérdida se eleva al 30% de su poder adquisitivo y 3,5  millones de griegos viven hoy bajo el umbral de pobreza, según una entrevista de El Mundo a Christos Emmanoulidis, profesor de la Universidad de Salónica (3-11-2013).
Pues bien, en las elecciones de ayer, los griegos han dicho que éste no es su camino, que un sacrificio que no sirve siquiera para reducir la deuda pública -ésta se mantiene en el 175% del PIB- no es un camino inteligente. La victoria de Alexis Tsipras, líder de Syriza, que se ha quedado al borde de la mayoría absoluta, es positiva por entender que los mercados globalizados y los fondos de capital no son las nuevas parcas del siglo XXI que manejan los hilos del destino de los hombres al margen de sus decisiones. Hoy Grecia ha recuperado la dignidad como pueblo porque ninguna amenaza le ha impedido hacer lo que considera que es mejor y más justo para su futuro.

Como elemento final, desde España, reconocer que la victoria de Syriza parece una entelequia, porque Tsipras no ha renunciado a considerarse un líder de izquierda, situando la austeridad dentro del neoliberalismo que nos invade y condena a un futuro más injusto. Pero éste será tema de otro debate, ahora sólo quiero regocijarme en la incertidumbre que nos han devuelto los griegos con su voto.